Poema de los jueves


Jueves, día primero del último mes del año dos mil once


Los poemas son apasionantes y nos invitan a amar, pero no sólo al amor, o a la pareja, en algunos casos también nos invita a amar la vida, a aprovecharla y darnos cuenta lo valiosa que es ésta y así no tener que entender este poema hasta los 85 años como el autor mismo lo descubrió.
El autor no está definido existiendo muchas versiones que mencionan una variedad de escritores como propietarios de estos versos, de hecho, el rumor más fuerte es el que existe en México al mencionar que Borges es quien lo redactó pero su conocido estilo no está implantado aquí.
No voy a desentrañar la autoría, sólo los invito a disfrutarlo y a disfrutar la vida, así, sin más.


Instantes


Si pudiera vivir nuevamente mi vida, 
en la próxima trataría de cometer más errores. 
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. 
Sería más tonto de lo que he sido, 
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. 
Sería menos higiénico. 
Correría más riesgos, 
haría más viajes, 
contemplaría más atardeceres, 
subiría más montañas, nadaría más ríos. 
Iría a más lugares adonde nunca he ido, 
comería más helados y menos habas, 
tendría más problemas reales y menos imaginarios. 

Yo fui una de esas personas que vivió sensata 
y prolíficamente cada minuto de su vida; 
claro que tuve momentos de alegría. 
Pero si pudiera volver atrás trataría 
de tener solamente buenos momentos. 

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, 
sólo de momentos; no te pierdas el ahora. 

Yo era uno de esos que nunca 
iban a ninguna parte sin un termómetro, 
una bolsa de agua caliente, 
un paraguas y un paracaídas; 
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano. 

Si pudiera volver a vivir 
comenzaría a andar descalzo a principios 
de la primavera 
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. 
Daría más vueltas en calesita, 
contemplaría más amaneceres, 
y jugaría con más niños, 
si tuviera otra vez vida por delante. 

Pero ya ven, tengo 85 años... 
y sé que me estoy muriendo.

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Jueves, día décimo séptimo del décimo primer mes del año dos mil once


A Pablo Neruda muchos lo tienen como el poeta por antonomasia y muchos se sienten familiarizados por sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada“ el cual son una serie de poemas de lo más deliciosos. Sin embargo muchos ahí se quedan y no se dan la tarea de explorar más de este autor chileno; si bien, a mi gusto, la colección que mencioné es la mejor de él e incluso los otros pocos poemas que le conozco no son tanto de mi agrado, podemos rescatar varios, como el que nos ocupa en este día.
Este poema está en su libro “El hondero entusiasta“ y se desatan una serie de sentimientos apasionadamente ardientes al entrar en su lectura. No sólo vela por el amor, va más allá, desgarrando incluso a la pasión misma. Es un grito al deseo, a las necesidades que tenemos al ver a una persona a la que queremos colmar de pasión.
Derrocha una sensualidad y unas ganas que ardieron en el pecho de Neruda y que lo transmite a los lectores quienes fácilmente nos vemos en empatía con este momento, una empatía que hemos experimentado (seguramente) todos más de una vez en nuestra vida.
Aquí se los dejo; disfrútenlo, gózenlo, vayan y grítenselo a quien en su mente se encuentre, una pasión así no debe vivir sólo ahí.


Dejame sueltas las manos


Déjame sueltas las manos
y el corazón, déjame libre!
Deja que mis dedos corran
por los caminos de tu cuerpo.
La pasión —sangre, fuego, besos—
me incendia a llamaradas trémulas.
Ay, tú no sabes lo que es esto!

Es la tempestad de mis sentidos
doblegando la selva sensible de mis nervios.
Es la carne que grita con sus ardientes lenguas!
Es el incendio!
Y estás aquí, mujer, como un madero intacto
ahora que vuela toda mi vida hecha cenizas
hacia tu cuerpo lleno, como la noche, de astros!

Déjame libre las manos
y el corazón, déjame libre!
Yo sólo te deseo, yo sólo te deseo!
No es amor, es deseo que se agosta y se extingue,
es precipitación de furias,
acercamiento de lo imposible,
pero estás tú,
estás para dármelo todo,
y a darme lo que tienes a la tierra viniste—
como yo para contenerte,
y desearte,
y recibirte!


                                        -Pablo Neruda


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Jueves, día vigésimo séptimo del décimo mes del año dos mil once



Cambiaré un poco el método anteriormente utilizado en esta bonita sección que es la más popular para mis dos o tres lectores (no aspiro a más lectores, si Armando Fuentes Aguirre “Catón“ tiene cuatro, ya más sería vanidad).
Entremos de lleno a lo que nos ocupa en este espacio. Hoy les escribo uno de los versos que más orgullo debe de traerle a los mexicanos pero que nunca se ha terminado de aplicar y, hasta hoy en día, sigue tan vigente como cuando sor Juana Ines de la Cruz suspiraba por la virreina allá por el siglo decimoséptimo (ahora si que, yo no lo sé de cierto, diría Sabines, pero de que hay sospechas, las hay, y muchas)


Pero basta de chismes y disfruten detalladamente este gran poema que a mi me sirvió, en la secundaria, para enamorarme de este género.
No sólo debemos leerlo y disfrutarlo, también tenemos que llevarlo a cabo, hacer conciencia, no sólo los hombres, a quien -evidentemente- está dirigido, si no toda persona que aspira a tener una pareja sin pretender jugar con los sentimientos de nadie. En estos tiempos ya es igual de denigrante decirle a un hombre o a una mujer que parece prostituto o prostituta. Aunque a decir verdad a muchos machos mexicanos todavía les hace gracia estas palabrerías enorgulleciéndose de tan vil comparación.
Sin más échenselo, disfrutenlo, embárrenselo en la piel y aplíquenlo en su ser.

Así es como empieza, diciendo sor Juana el tema a tratar:
Arguye de inconsecuentes el gusto y la censura de los hombres que en las mujeres acusan lo que causan.

Hombres necios


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?


Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que falta de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada,
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?


¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.



Sor Juana Inés de la Cruz

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Jueves, día trece del décimo mes del año dos mil once

En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, 
porque nunca me diste ni esperanza fallida, 
ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; 

porque veo al final de mi rudo camino 
que yo fui el arquitecto de mi propio destino; 

que si extraje la miel o la hiel de las cosas, 
fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: 
cuando planté rosales, coseché siempre rosas. 

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: 
¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! 

Hallé sin duda largas noches de mis penas; 
mas no me prometiste tú sólo noches buenas; 
y en cambio tuve algunas santamente serenas... 

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. 
¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!





Amado Nervo


Pequeño poema que dice mucho. Juan Crisóstomo (ahora entendemos por qué se cambió el nombre, ¿no?) le habla a la vida, cara a cara y con la frente en alto. Pero no lo hace por él, lo hace por toda la humanidad, es la voz de todos y cada uno de los que nacimos y nos encontramos con la vida, a sabiendas que un día la muerte vendrá por nosotros, a quien tendríamos que estar preparados para darle la bienvenida, no sin antes despedirnos de la vida dándole las gracias y externarle que no hay problema que nos despidamos de ella, al fin que estamos en paz.

No sólo lo hace para cantar esto en el ocaso de nuestra vida (o en el principio de nuestra muerte) sino para hacer reflexión sobre la misma y saber que en ella siempre habrá hiel (el propio Nervo menciona aquí que la vida nunca le dijo que no sería de esta manera -porque la vida le habló, como nos habló a todos, aunque tal vez pocos recordemos que nos dijo esto-) pero también habrá momentos dulcísimos (o acaso ver la sonrisa de un niño no lo es tanto que hace que los momentos amargos se olviden) y es cuando, al recordar momentos así, al despedirnos de la vida decimos, estamos a mano, ¡nada me debes!


P.D. Sigamos siendo arquitectos de nuestro propio destino pero a sabiendas de que lo somos y así podamos despedirnos, algún día, de la vida nuestra.


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Jueves, día seis del décimo mes del año dos mil once

No te salves





No te quedes inmóvil 
al borde del camino 
no congeles el júbilo 
no quieras con desgana 
no te salves ahora 
ni nunca 
                no te salves 
no te llenes de calma 
no reserves del mundo 
sólo un rincón tranquilo 
no dejes caer los párpados 
pesados como juicios 
no te quedes sin labios 
no te duermas sin sueño 
no te pienses sin sangre 
no te juzgues sin tiempo


pero si 

             pese a todo 
no puedes evitarlo 
y congelas el júbilo 
y quieres con desgana 
y te salvas ahora 
y te llenas de calma 
y reservas del mundo 
sólo un rincón tranquilo 
y dejas caer los párpados 
pesados como juicios 
y te secas sin labios 
y te duermes sin sueño 
y te piensas sin sangre 
y te juzgas sin tiempo 
y te quedas inmóvil 
al borde del camino 
y te salvas 
                    entonces 
no te quedes conmigo.



-Mario Benedetti
Este autor siempre nos hace llegar a fibras de la conciencia que no tocamos diariamente.

Este poema en particular es un grito de guerra para seguir la lucha (sea cual fuera) y de lo necesario que es acompañarte de alguien que no se rinda, que siempre quiera ir por más, de ahí que al final mencione, si vas a vivir de la manera que a mi no me gusta, no te quedes conmigo.


Muchas veces necesitamos esto mismo para poder seguir adelante en nuestros sueños y metas, rodearnos de gente que no se rinda, que siempre persiga algo, que pueda compartir su vida contigo y que tu puedas compartirla con esa persona.
Es también un grito para disfrutar todo y cada momento, la frase que más me hace sentido es la que dice, no te duermas sin sueño, misma que lo debemos de entender como vivir siempre al cien, disfrutar de cada minuto de nuestra vida; y, a veces, cuando ya cale el sueño, dormir, pero solo con sueño, si no, no te quedes conmigo.

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Yo no lo sé de cierto...

Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
algún día se quieren
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.


Todo se hace en silencio. Como
se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.


Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.


(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)

-Jaime Sabines

Siempre leer a Sabines es una dulzura, una dulzura muy romántica y hasta con un toque de sensualidad implícitas entre cada palabra, entre cada letra.
Hermoso poema este que elegí para empezar este apartado que tardó más de lo que yo mismo tenía pronosticado, pero toda espera lo vale cuando se lee a este gran chiapaneco.

El simple hecho de que vivió siempre enamorado hace que emane un romanticismo impresionante en sus poemas, en este caso vemos como de una simple pareja describe sus sentimientos, el amor que sentimos nosotros también cuando estamos entregados en cuerpo y alma que no sabemos realmente si existe todo el mundo, o creemos que sólo admiran la perfección de unos amantes, aunque estén solos o aunque estén en la multitud; aunque, bueno, la verdad, yo no lo sé de cierto. Mejor escuchen el poema en voz de su autor.





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Evidentemente el nombre de esta página habla por si mismo.
Pero no me conformaré con sólo ponerles algunos de mis poemas favoritos cada jueves, también haré una breve anotación del por qué me late el poema o qué fue lo que más me movió del mismo.
Por lo pronto, a esperar a que sea jueves (o tal vez se los ponga desde el miércoles porque el mero jueves me voy de pequeñas vacaciones) 15 de septiembre, sirve que celebramos juntos el natalicio de nuestro último tirano reconocido como tal.
Bueno pues aquí nos vemos el próximo jueves para iniciar este espacio.